Dexter, el serial killer que se hizo el harakiri

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Raiola Networks

Seguro que todos los que pasamos la treintena recordamos el auge de la series, el momento en el que el lanzamiento de series como Lost o Prison Break lo petaron y explotó la edad de oro de la televisión, iniciada años antes con HBO dando espacio a algo tan diferente en la época como era Los Soprano, Six Feet Under (A dos metros bajo tierra) o The Wire.
En esos años, principios-mediados de los 2000, Netflix o Prime Video ni estaba ni se imaginaba y todas las series se veían en algunas plataformas de pago (ONO en mi casa), o descargas directamente de internet, con capítulos semanales, nada de meterte entre pecho y espalda los 10 disponibles de la temporada de una tacada a no ser que fueras paciente y esperases esquivando spoilers durante más de dos meses.

Personalmente, mis grandes adicciones fueron Prison Break y, un poco después, Dexter. A la serie de Michael C. Hall, además, le tengo un especial cariño por dos razones.
La primera es que fue una de las últimas series que vi en el salón de casa de mis padres, como un ritual cada noche de ¿martes? (la memoria falla). Cenábamos, comentábamos un poco cómo había ido el día y, cada uno desde su butaca VIP habitual (su hueco del sofá), poníamos FOX y se guardaba silencio porque Dexter hacía acto de presencia.
La segunda razón es porque la serie se prolongó hasta 2013, por lo que las últimas temporadas ya las vi fuera de casa. Viviendo solo no disponía de televisión de pago, por lo que internet se convirtió en mi mejor amigo para poder ver los nuevos capítulos. Y en internet, en aquellos años, lo más fácil y rápido era acceder a los episodios en versión original con subtítulos en el idioma que quisieras, por lo que Dexter se convirtió en uno de los primeros contenidos que veía en versión original.

Cuando ya hace unos dos años se anunció el regreso del mítico asesino en serie con Dexter: New Blood, tuve sentimientos encontrados. Por un lado, volvía una de mis series preferidas, una de esas que siempre tendré en la memoria y eso siempre es motivo de alegría. Por otro lado, viendo lo mal que terminó la octava temporada, me entraron escalofríos solo de pensar en qué podían sacarse de la manga los creadores en esta ocasión.
Pero vayamos al final, o al principio, depende de cómo se mire.

Dexter, el nacimiento del mito

Hace un par de meses terminé New Blood y lo primero que hice el día siguiente fue ponerme el capítulo uno de la primera temporada, el inicio de todo. Hoy he comenzado ya la sexta. Todo esto ha ocurrido en un lapso de tiempo de unos 30 días. Dexter en vena.

La primera tanda de episodios empieza mal, no nos vamos a engañar. Visto con los ojos de hoy en día, el comienzo se hace muy cuesta arriba. Es lento, tosco, la trama tiene cero interés y los personajes son desesperantes. LaGuerta es una parodia, Masuka no tiene gracia y de Rita prefiero no comentar nada.
Por suerte, esto dura pocos capítulos y en seguida la historia y el carisma de nuestro serial killer te atrapa y no te suelta. Los episodios van cayendo uno tras otro, todo el hilo conductor del Ice Truck Killer se va desarrollando de una manera fantástica, la temporada acaba y comienza la segunda exactamente donde se quedó la primera, los personajes evolucionan, los guiones mejoran, Dexter se ve acorralado, giros de guión, explosiones y ya ha terminado otra estación. Boom. Coge aire, ahora que puedes.

De verdad, las dos primeras temporadas son geniales. Entiendo a mi recuerdo, ese que me dice que Dexter fue una serie muy buena. Tiene razón. La tanda de 24 capítulos que acabo de terminar lo confirman. Ha sido una montaña rusa a máxima velocidad. Un viaje fantástico.

Pero la segunda estación cierra muy bien todos los hilos y esto es un handicap enorme, porque la tercera tiene que volver a picar piedra, tiene que volver a construir una trama desde los cimientos y eso le hace un flaco favor a la serie. Es como volver al 1×01.
Suerte de Jimmy Smits, que hace un papel magnífico y ayuda a Michael C. Hall a llevar todo el peso de la función, pero el guión no termina de acompañar y hay cosas que ya empiezan a chirriar, decisiones un poco raras y que hacen arquear la ceja.

Entonces llega la 4ª temporada de Dexter. Llega Arthur Mitchell, a.k.a. Trinity, y de su mano Dexter se eleva al olimpo de la televisión. Los doce episodios son sencillamente brillantes y despejan cualquier duda que pudo quedar con la anterior tanda de capítulos.
Los creadores toman decisiones nuevas, como mostrar desde el primer momento al villano de la temporada. Te enseñan quien es, como actúa, como mata, todo su proceso… Y eso, con John Lithgow luciéndose cada vez que sale en pantalla, le da un empuje enorme a la serie.
También le da un empujón al personaje protagonista, porque empieza a mostrar sentimientos, lo toma como referencia y nos lo enseñan a través de sus ojos, como poco a poco va descubriendo su vida y sus secretos.
Y cuando ya pensamos que todo ha terminado, que hasta aquí hemos llegado y que la 5ª entrega apunta a ser más de lo mismo porque se han cerrado todos los hilos, vemos uno de los mayores plot twist que yo recuerde: Dexter vuelve a casa para encontrar a Rita en una bañera llena de sangre, siendo la última víctima mortal de Trinity.

Y ya. La serie maravillosa y mítica que yo tengo en mi cabeza con el asesino más famoso de todo Miami acaba justo en ese momento. Podría haber dejado de ver la serie en ese punto, pero no sé si por curiosidad, porque no recuerdo absolutamente nada, o por el morbo de ver como van cayendo las piezas del dominó, he seguido viendo episodio tras episodio, hasta el 6×03 en el que estoy a día de hoy.

Siendo sincero, la quinta temporada todavía mantiene bastante bien el tipo porque la primera mitad bebe de los restos de lo que fue el culmen de la serie, pero poco a poco se va desinflando hasta acabar en un nivel de absoluto “meh”. Y en ese nivel ha comenzado la sexta y lo que está por venir, por suerte o por desgracia, lo recuerdo bastante bien. Dexter se hizo el harakiri por no saber poner un punto y final en el momento que debía.

Dexter: New Blood, todo sigue igual

Pero volvamos a New Blood para cerrar este texto. ¿Qué puedes esperar de este renacer de la serie? Pues exactamente lo mismo, punto por punto, de lo que supuso la segunda mitad de la existencia de Dexter: un comienzo prometedor que nace del recuerdo de mejores tiempos pasados y una sucesión de absurdas decisiones de guión que poco a poco van desinflando el globo de la ilusión y terminas viendo la temporada por inercia y deseando que salgan los créditos finales para volver a enterrar al personaje y recordar solo aquello que merece la pena.

 

Se vio en el inicio de la serie, se vio en la tercera entrega, a mitad de la quinta y en la sexta: los creadores no saben reiniciar. Con excepción de la maravillosa cuarta temporada, si han terminado una trama, les cuesta horrores arrancar otra de nuevo. Y además, al final, parece que se les ha echado el tiempo encima y tienen que terminar todo a la carrera haciendo chapuza tras chapuza, como cuando tenías que entregar el trabajo en clase y te acordabas el día antes a las 10 de la noche.

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