Lo que Juego de Tronos enseñó a las series y estas ignoran

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Raiola Networks

Acabo de terminar de ver la última temporada disponible de Stranger Things. Bueno, casi casi, confieso que me he dormido cuando faltaban 10 minutos en la barra de tiempo del reproductor de Netflix. Pero, para lo que quiero comentar, creo que puedo omitir esa pequeña (en comparación con los más de 130 minutos de capítulo) franja de tiempo.
Además, voy a utilizar esta serie como ejemplo para lo que quiero decir, pero podría servir cualquier serie de los últimos años. Aquí lo importante es haber visto Juego de Tronos (Game of Thrones) para seguir el hilo.

Y es que, aunque pueda haber sido al final mejor o peor serie en su conjunto, hay algo que es innegable a la serie basada en los libros de George R.R. Martin, y es que fue un producto de mucha calidad, en cierta medida arriesgado y del que se deberían de haber aprendido muchas lecciones que parece que han caído en saco roto. Yo quiero nombrar 3 de ellas, que son las que tanto he echado de menos en esta cuarta temporada de Stranger Things.

OJO, QUE VAN SPOILERS!

Lección 1: Los protagonistas también pueden morir

Si hay una cosa que me ha sacado completamente al final de la serie ha sido la falta de muertes. Oye, que uno no tiene especial fijación con que caigan algunos de los personajes principales de esta serie, pero hay momentos en los que no se puede justificar que todos sigan vivos. Sí, ha muerto Eddie, pero está lejos de ser un protagonista. De echo, es una fórmula usada en la temporada anterior: presentar un nuevo amigo de la banda que tenga recorrido durante una temporada y luego muere a manos del malo de turno. Pero no era esto lo que pedía la serie (y Millie Bobby Brown, por cierto).

Cuando un grupo de adolescentes se enfrenta al mismo diablo en persona y lo único que les sucede (al margen de Eddie) es que Max se lleva unos cuantos huesos rotos, es un poco absurdo. Y esto es algo que aprendimos de GoT: no pasa nada por matar a personajes principales. Es más, es positivo en muchas ocasiones. Creas situaciones a las que el resto de personajes tiene que hacer frente, evolucionar y te dan margen para introducir cambios en sus personalidades.
Y en este caso hablamos de Max, que ha ido ganando protagonismo poco a poco pero le falta ese vínculo con el espectador como puede tener el de los 5 actores principales. Pero también, en otras circunstancias, podían haberse quitado de encima al personaje de Will, que se ha convertido en un lastre al que no se le puede sacar más jugo y una muerte hubiese enriquecido a los demás protagonistas.

Lección 2: Piensa bien lo que estás a punto de contar

Decía el dicho (valga la redundancia) que “poderoso caballero es Don Dinero”. En la TV esto lo llevan marcado a fuego en la piel.
No nos engañemos, Stranger Things mola mucho. Ninguna temporada ha dejado la sensación de haber perdido el tiempo viéndola. Pero que el chicle de su éxito lo han estirado más de la cuenta es también un hecho. ¿Qué tendría de malo que la serie hubiese terminado en la segunda temporada? Absolutamente nada. Habrías contado tu historia, tendrías una serie maravillosa que se despidió casi en el momento justo dejando tras de sí unos personajes carismáticos para siempre en la memoria colectiva.
Pero no, ya vamos por la cuarta temporada y nos queda la quinta. Uf, ¿no es demasiado?

Hay que saber qué historia quieres contar, desarrollarla, llevarla hasta el final y luego saber parar. Este es el punto clave: saber cuándo no hay más que contar y tener el valor de rechazar seguir estrujando la gallina de los huevos de oro. En este punto es donde más series modernas podemos meter como ejemplo: La casa de papel, El juego del calamar, Prison Break, Dexter…

Game of Thrones no es que supo parar a tiempo, es que se notó muchísimo cuando dejó de tener una historia que contar. En el momento que se acabaron los libros que servían de guía y que eran la fuente de todas los hilos de la serie, la serie pegó un bajón increíble de calidad y coherencia y levantó las crítica de una gran parte de los fans.
Cualquiera de las series que nombraba antes pecan de lo mismo: tienen una historia estupenda que contar y, una vez contada, siguen adelante dando palos de ciego y haciendo que la calidad del conjunto final del producto sea muy inferior a lo que debería.

Lección 3: El uso de los ritmos pausados

Conectado ligeramente con la lección nº2, está el uso de los diálogos pausados, los ritmos lentos y las largas escenas en las que parece que no ocurre nada pero está sucediendo todo.
¿Cómo se conecta con el anterior punto? Pues que George R.R. Martin lleva milenios escribiendo los libros de GoT y sabe qué uso tiene cada conversación y qué utilidad tendrá en el futuro. Sabe lo que representa cada palabra. Y los creadores de la serie de TV tuvieron con ello la biblia de cuando pausar el ritmo.

Ojo, no quiero darle todo el mérito al escritor, faltaría más. Benioff y Weiss (productores, guionistas y muchas más cosas de la adaptación) supieron plasmarlo todo en el formato televisivo y ya tenían los antecedentes de que era factible con el camino marcado que en su día dejaron Los Soprano o The Wire. Pero no todas las series saben seguir ese camino.
Y ahí entra de lleno la última temporada de Stranger Things. ¿Cuántos minutos del capítulo final son prescindibles? ¿Cuántos momentos de calma y diálogos “profundos” y largos son necesarios? Ese momento de pausa de cada personaje antes de llegar a un desenlace no siempre tiene que estar presente, puedes eliminarlo. Y más todavía si no aporta nada: ni a la historia, ni a la resolución, ni al personaje en sí.

Esto, que se acerca a lo que yo llamo “españoladas”, es un somnífero directo al espectador que perderá completamente el interés por lo que está pasando en pantalla. Hay que saber bajar el ritmo en un guión sin perder a la audiencia y aportando al mismo tiempo “algo” a la narrativa.

En definitiva, me considero un gran fan de las producciones de HBO, pero estoy lejos de ser un defensor a ultranza de Juego de Tronos. Aún así, al César lo que es del César: la serie de los libros de R.R. Martin hizo muchas cosas bien, muchísimas. Y el resto de producciones de TV sólo tienen que mirar de reojo a lo que funciona y aprender un par de cosas para que tengamos una calidad muy superior en las próxima creaciones televisivas. Si, en la sencillez está la dificultad. Pero no siempre.

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