Podría escribir una opinión larga, contando parte de mi vida, alguna anécdota con la que conectar esta película y dedicar un par de párrafos para hacer de prólogo. Pero lo voy a dejar en estas pocas líneas. Mi intención es que leas esto en dos minutos y sepas que Perfect Days existe; simple y llanamente.
A modo de introducción diré que era domingo por la tarde, tenía por delante dos horas y media de tren y mi mente necesitaba relajarse.
Perfect Days, relájate y disfruta
Perfect Days es una historia muy sencilla: sigues la rutina del día a día de un hombrecillo japonés llamado Hirayama. Se despierta con el sonido del barrendero de su calle, se acicala con mimo, cuida de sus pequeñas plantitas, coge un café de la máquina expendedora que hay frente a su puerta, monta en su coche para ir a su trabajo de limpiar los baños públicos de Tokyo, elige la banda sonora para el trayecto en una cinta de cassette, cuando termina la jornada laboral visita un sentō (baños públicos tradicionales japoneses) para estar limpio y, de allí, a cenar a uno de sus lugares de confianza a cenar, para terminar el día leyendo un libro de un dólar hasta quedarse dormido en su futón.
Los fines de semana cambia ligeramente, pero tampoco te voy a contar la vida de Hirayama en detalle, te dejo que descubras una parte de él por tu cuenta.
La cuestión es que, a grandes rasgos, esa es la película. Obviamente hay una pequeña trama, hay más personajes con los que interactúa y hay una cierta evolución, pero personalmente creo que importa más bien poco.
Ver Perfect Days es sentarse en el sofá bajo una manta, una taza de café y tu libro favorito en las manos o el vinilo de tu grupo de música preferido en el tocadiscos. Es ver la tarde lluviosa pasar por la ventana sin nada más que hacer que disfrutar de esa tranquilidad y la paz del momento. Es, en una conexión japonesa, un libro de Murakami: rutina, detalles, ritmo pausado.
Claro, no todo el mundo está dispuesto a esta experiencia durante algo más de dos horas. No todos los días son ideales para el plan propuesto por Perfect Days. Hay días que necesitas a John Wick.
Pero, si encuentras el momento, si necesitas vaciar la cabeza y encontrar orden mental, la película de Wim Wenders es un “diez de diez“.