Soy una persona que necesita hacerse listas para todo. Para absolutamente todo. Mi memoria y mi serenidad mental depende de ello.
Una de las listas que tengo y más utilizo es la de “películas pendientes de ver” donde cada vez hay más títulos y no doy abasto para ver todo lo que se allí se acumula. Dentro de esta lista, hay una sublista titulada Oscars 2021 y, por alguna razón que no termino de comprender (de recordar ni hablamos) Beyond the infinite two minutes estaba la primera en esta lista, cuando en realidad nunca ha estado nominada a ninguna estatuilla, aunque podría haberlo estado sin ningún problema.
Beyond the infinite two minutes, exprimiendo los loops temporales
Beyond the infinite two minutes (Más allá de los dos minutos infinitos en España) es una maravilla en todos los aspectos. Para situarnos un poco, se trata de la ópera prima de Junta Yamaguchi, un director japonés al que habrá que seguir de cerca a ver con qué nos sorprende en el futuro. En ella nos plantean una premisa un tanto absurda: el protagonista, desde su ordenador, es capaz de ver dos minutos en el futuro a través de otra pantalla que hay en la cafetería debajo de su casa.
Pues bien, con algo tan simple como esto, Yamaguchi y Makoto Ueda (guionista) han creado una película de culto internacional, montando una historia, comprimida en tan solo setenta minutos, divertida y construida prácticamente sin ninguna fisura. Los bucles temporales que se crean empiezan como algo inocente y casi infantil, para ir desarrollando una trama relativamente compleja y con un trasfondo filosófico bastante importante.
Y, aunque a simple vista pueda parecer algo experimental y casi en algunos momentos amateur (los actores son histriónicos y exagerados como solo los países asiáticos saben hacerlo, pero hablamos de una pequeña compañía de teatro que realizó el rodaje en “solo” 7 días), la verdad es que detrás hay varios aspectos técnicos muy interesantes.
El primero de todos, como comentaba, es el guión. Quitando el tema de la longitud de los cables (cuando veáis avanzar la película lo entenderéis), todo encaja como un guante. Los tiempos están cronometrados, el bucle temporal está perfectamente montado y medido, las explicaciones (siempre absurdas) te sitúan muy bien en tu línea temporal… Es difícil, cuando se habla de espacio-tiempo, no meter la pata y salir por donde no toca, pero en este caso lo vemos incluso en las escenas post-créditos que tienen todo bajo control con gráficos y multitud de esquemas.
Otra de las cosas que siempre me gusta en estos guiones es lo que en cine/escritura se llama la pistola de Cechov. Este escritor, Anton Cechov, decía que si en una historia aparecía una pistola, esta tenía que usarse en algún momento (en el cine, simplemente cambiemos historia por plano). Y el director japonés hace uso de esta técnica tan famosa de una manera, como siempre, particular. De cierta manera, me recordó a Black Phone.
Otro de los aspectos que siempre quedan muy resultones y que hace que gane puntos, es el uso del plano secuencia. Y aquí tengo mis dudas, porque viendo Beyond the infinite two minutes pensaba que se trataría de un falso plano secuencia, pero haciendo un poco de búsqueda a posteriori parece ser que falso mis cojones de falso no tiene nada y está todo grabado en una única toma, aunque las versiones son contradictorias. En cualquier caso, el resultado es fantástico, aunque me quede la duda de ¿cómo hacen los videos en las pantallas? Supongo que croma, lectura de guión como referencia para los diálogos y a montarlo todo después en postproducción. Gran trabajo, sea plano secuencia real o falseado.
Y más mérito todavía si tenemos en cuenta lo último que quería comentar de la película japonesa: se ha grabado con un móvil. Ok, pongámonos técnicos, no es 100% correcto puesto que no todo ha sido con un smartphone. Pero mejor todavía: lo que no se grabó con el teléfono se ha grabado con una pequeña cámara que llevaban pegada al teléfono.
Sé que esto no hace a la película mejor ni peor en cuanto a calidad final, pero habla un poco más de las particularidades de esta pequeña joya del cine nipón y, a mi parecer, realzan el trabajo hecho detrás de las cámaras por el director novel y la compañía teatral. Es que lo escribo y me sigue sonando a coña, de verdad.
En definitiva, Beyond the infinite two minutes es una pequeña-gran maravilla del cine japonés que fácilmente habrá pasado bastante desapercibida pero que, en sólo 70 minutos, crea todo un universo de loops temporales digno de ser recordado y que, desde hoy, nunca me cansaré de recomendar, puesto que se ha convertido en una película de culto.